miércoles, 14 de diciembre de 2022

Libro documenta la represión de la ex Gobernadora Pavlovich contra maestros cesados

Silvia Núñez Esquer

Hermosillo, Sonora | 14 de diciembre de 2022

Foto: Silvia Núñez Esquer

Después de la represión en el Estado de Sonora infligida por el ex gobernador Carlos Armando Biebrich Torres en los años setentas, no se conoce otra embestida gubernamental contra luchas sociales como lo fue la represión ejercida contra la lucha magisterial por el no a la “evaluación punitiva”.

Maestras y maestros sonorenses emprendieron una lucha sin cuartel para impedir lo que consideraban una evaluación meramente administrativa para despedirlos.

Con la seguridad de que la llamada “reforma educativa” en el sexenio de Enrique Peña Nieto, era solo la máscara para legitimar su despido y limpiar el camino hacia la privatización de la educación, los docentes se organizaron para negarse a evaluar e impulsar la contra reforma que dejara atrás la intención neoliberal de entregar a empresarios, -como se hizo con el cuidado infantil- tanto la educación como la salud pública en el país.

En su libro “Nos quitaron tanto, que hasta el miedo se llevaron”, Marcela Zazueta Pillado cuenta la serie de visicitudes que pasaron las y los 43 docentes cesados por negarse a presentar la evaluación que consideraban un trámite seguro a su despido.

Foto: Silvia Núñez Esquer

En un a veces desgarrador relato, la maestra de primaria nos adentra en los días aciagos que vivieron cuidándose las espaldas pues no fue uno, sino varios actos de represión que tuvieron qué sortear.

En particular ella, que sin proponérselo se convirtió en la cara visible de la lucha magisterial de resistencia a la reforma educativa, entre otras acciones fue cesada de su trabajo y el castigo se extendió al cese de su niña de poco más de dos años de edad del CENDI al que asistía.

En su texto, Zazueta Pillado recrea los momentos en que, un grupo de granaderos estuvieron movilizándose por encargo del gobierno, alrededor de la sede de la evaluación, en donde como guardianes permanecían por fuera de las puertas las y los maestros en resistencia, que hablaban con quienes llegaban a presenta el examen con la finalidad de convencerlos de que desistieran.

Es una historia no contada antes a detalle. La revuelta, los golpes, el desplazamiento usando las fuerzas anti motines armadas desproporcionadamente en relación a los docentes inconformes, da cuenta de hasta dónde fue capaz de llegar el Estado para conseguir imponer lo que a todas luces era improcedente.

Con algunos detalles de edición perfectibles, que no demeritan su contenido, el libro de Marcela Zazueta constituye hasta hoy el documento más completo de lo que el Estado de Sonora puso para apoyar la reforma educativa que abonaba a quienes como Claudia Pavlovich desde sus curules como legisladores hicieron para aprobar la reforma.

Imagen tomada de la cuenta de twitter de Marcela Zazueta

Como gobernadora, en congruencia con su decisión legislativa, estaba dispuesta a apoyar con todo lo que estuviera en sus manos para llevar adelante el proyecto neoliberal de privatizar las tareas estratégicas del Estado como lo han sido la Salud y la Educación.

Sin olvidar mencionar que el problema no era particular de los maestros, sino una embestida para poner en manos de particulares escuelas y hospitales, la también Doctora en Administración Educativa detalla en forma honesta, directa y coloquial los instantes difíciles que vivieron, cuando su moral se venía abajo momentáneamente, solo para comprobar que después de la noche más negra, arriba la luz del día, en este caso en forma de solidaridad.

En sus líneas, Marcela Guadalupe Zazueta describe agradecida, cómo al no tener nada qué perder una vez cesados tomaron el Congreso del estado y supieron lo que era dormir a la intemperie, en las escalinatas del edificio, y de no ser por personas solidarias que les donaban comida y cobijas, hubieran declinado en su objetivo.

Era una lucha de resistencia de David contra Goliat. Pero era también el volver a reivindicar la unión y solidaridad de las y los trabajadores.

Personas a las que ni siquiera conocían se acercaban físicamente o por teléfono para ofrecer insumos para ayudar a que continuara el plantón que se prolongó por casi dos meses.

Marcela comparte en su texto que, junto con otras maestras y maestros recibió múltiples invitaciones a dar conferencias en donde exponía el caso de los docentes cesados de Sonora.

También fueron requeridos en encuentros de maestros y otros trabajadores. En ellos hubo claroscuros, ya que algunos eran auténticos compañeros solidarios, pero otros solo querían manipular el movimiento, lo cual aprendió a identificar, aclara.

Algunas veces rechazó invitaciones por considerarlas con fines ajenos al objetivo de las y los maestros.

La lucha fue buena por el resultado ya que lograron la reinstalación y la desaparición de la absurda evaluación, inventada solo para despedir a maestras y maestros que se opusieran a la misma, opina la maestra Zazueta en su libro.

En forma detallada también recrea las otras formas en que fueron amedrentados, particularmente ella y su familia.

La privación de la libertad cuando les encadenaron por fuera la reja de su casa hasta en dos ocasiones para impedir que salieran a informar a otros maestros, fue sin duda lo que puso a prueba el temple no solo de la maestra afectada, sino de su familia y del movimiento en su conjunto.

El cese de su niña en el CENDI, su retiro de la escuela por policías como si fuera delincuente, los jaloneos y golpes recibidos en un evento del 8 de marzo, Día internacional de la mujer, frente a la gobernadora Pavlovich sin que ésta dijera ni hiciera nada, y por supuesto, el pasaje en donde los granaderos acuden para golpear y retirar a las y los maestros en resistencia, son parte del relato.

Marcela Zazueta Pillado nos brinda en el libro “Nos quitaron tanto, que hasta el miedo se llevaron”, un pedazo de la historia que todas y todos los sonorenses deberíamos conocer.

Es un complemento a las escasas notas y entrevistas que los medios publicaron, y que en el imaginario social minimizaba la lucha y el tamaño de la represión que todavía en 2017 se podía instrumentar contra una lucha legítima como fue la de los maestros cesados.

Es un contenido original, contado por una de sus principales protagonistas que igual llora con los alcances del ataque a la estabilidad laboral, cuando comparte que un maestro sufrió un infarto por estrés, que divertida nos cuenta que, cuando no tenía dinero ni vehículo para movilizarse, una compañera maestra le ofreció optimista transportarla en su moto, lo cual aceptó sonriente.

En el transcurso de las páginas, la autora reivindica el apoyo familiar, el que reconoce, fue parte fundamental para continuar en la lucha. Su madre Marcela Pillado apoyándola con el cuidado de su hija e hijo, y préstamos monetarios para subsistir, en tanto, su esposo Héctor Pacheco, con el respaldo y el sustento económico.

Más detalles los encontrarán en el libro: “Nos quitaron tanto, que hasta el miedo se llevaron”, de Marcela Zazueta, Edición propia, 2022

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