- Por Hermes D.Ceniceros
Recuerdo que hace ya más de dos años leí en un blog de
una feminista española una publicación que llevaba el titulo de: “Si en
el feminismo no se puede perrear, es un feminismo que no me interesa”,
la cual se hiso viral por el debate que generó entre las y los
feministas que no se terminaban de poner de acuerdo en cual debía ser la
postura moral más adecuada ante bailes explícitos y cargados de
sexualidad. En este punto no me interesa que retomar el debate de ese
entonces únicamente quiero rescatar la postura de la bloguera en la cual
se defendió el derecho de toda mujer a disfrutar de su cuerpo, su
libertas, su sexualidad, así como del placer que puede provocar y sentir
a través del baile, sea cual sea el ritmo; pero teniendo muy en cuenta
que ese gozo de la vida rompe también con los estereotipos patriarcales
que quieren dominar y contener todas las expresiones del cuerpo
femenino. En ese sentido, la idea de feminismo que planteaba la autora
del blog, es la de uno capaz de ver que también se puede trasgredir las
estructuras patriarcales desde el placer y el gozo del cuerpo, usando el
baile como una manifestación cultural capaz de romper con esquemas
hegemónicos y heteronormativos. En palabras de Jordi Virallonga, poeta
catalán que una vez me confesó: “no hay nada más trasgresor que ser
consciente que cada uno es dueño de su placer y su felicidad”.
Hago mención de lo anterior para que podamos dimensionar lo
desfasado, retrograda y machista que es debatir sobre si está bien que
una maestra de Ciudad Obregón baile twerking durante sus
vacaciones de Semana Santa.Continúa información
Publicado originalmente en Nuestra Aparente Rendición
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