Por Silvia Núñez Esquer*
Las madres y padres de las niñas y niños
fallecidos en la Guardería ABC ya no son los mismos jóvenes a quienes se obligó
a salir a las calles a exigir justicia cuando les devolvieron a sus hijas e
hijos en un ataúd. Sus rostros han cambiado, están marcados con las
líneas del dolor y el llanto. La sonrisa se niega a dibujarse y en su lugar
sólo aparecen muecas que pretenden mostrar un gesto amable para quienes les
ofrecen apoyo. Es la indignación, el enfado, la ansiedad, la depresión que se
han apoderado de sus vidas. El 5 de junio de 2009 su vida cambió abruptamente.
De ser personas de la clase trabajadora usuaria del IMSS, pasaron a ser
víctimas de la corrupción, tráfico de influencias, y de la ambición de las
altas esferas políticas, que además de haber beneficiado a mercaderes del
cuidado infantil, siguieron protegiéndolos después de su fechoría. Continúa información
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